Los mejores aceites de España.

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España es el primer productor del mundo de aceite de oliva. Con unos aceites apreciados internacionalmente desde la época de los romanos. Conozcamos un poco más sobre las principales regiones productoras y en qué se diferencian sus aceites.

Andalucía es el principal productor de aceite de oliva, con más del 60% de las hectáreas de nuestro país dedicadas al olivar. Encontramos, además, aceite de oliva de alta calidad en Lleida, Ávila, Zamora, Salamanca, Extremadura y La Mancha.

Señala la página web del Ministerio de Agricultura que España es el origen del 70% del aceite de oliva que se produce en Europa, y del 45% del que se produce en el mundo. Más de 350.000 agricultores se dedican al cultivo del olivar.

La industria del aceite de oliva en España genera unos 15.000 empleos directos. El 65% de la producción se destina a la exportación exterior, siendo el aceite de oliva el tercer producto agroalimentario más exportado de nuestro país.

El aceite de oliva español es apreciado por cocineros y nutricionistas de todo el mundo, ya no solo por sus beneficios para la salud, sino también por sus cualidades para la cocina y por su intenso sabor. Estos son los mejores aceites de España, partiendo de las zonas en las que se producen:

Jaén y Córdoba.

La agricultura y gran parte de la economía de estas dos provincias andaluzas giran en torno al aceite. Solo la provincia de Jaén produce el 37% del aceite de oliva que se elabora en nuestro país.

La variedad de aceituna más plantada en estas provincias es la Picual, que se caracteriza por generar un aceite de aromas complejos, bien equilibrado y un sabor intenso y persistente.

Son muy apreciados los aceites que se producen en la zona de Úbeda y Baeza, y en Andújar y Bailén. Al cobijo de Sierra Morena y las sierras de Cazorla y Segura. Zonas semisecas, con estaciones muy marcadas (mucho frío en invierno y un calor seco en verano) que marcan la producción del olivar como si fuera un reloj.

Los productores de Oiltopía, una marca de aceite producido en Villa del Río (Córdoba), nos comentan que gracias a la diversificación de las variedades de aceituna, la digitalización orientada al control y la optimización de la producción, los pequeños productores de la zona están elaborando aceites de gran calidad.

El aceite en estas provincias es toda una institución, económica y cultural, como en otras regiones de España es el vino.

Valle del Guadalquivir. (Sevilla, Este de Córdoba, Málaga y Granada)

Sin tanta presencia como en Jaén, el olivo continúa cultivándose en Andalucía septentrional. Con una tierra menos seca, bañada por las aguas del río Guadalquivir, la variedad de aceituna predominante en estas provincias es la Hojiblanca. Una aceituna autóctona que da lugar aceites olorosos, de un color verde intenso y de un agradable sabor.

Son muy apreciados sus aceites virgen extra, extraídos de la primera prensada de la oliva, sin refinar. Son gustosos para tomarlos crudos, como aderezo de ensaladas o para elaborar sopas frías como el gazpacho, el salmorejo y el ajo blanco.

Lleida.

Aunque no es el producto mayoritario de la provincia, Lleida se caracteriza por elaborar uno de los mejores aceites del mundo. Se debe fundamentalmente a la variedad de aceituna que se emplea en la zona, la arbequina. Una oliva que da lugar a un aceite afrutado lleno de matices. Con un toque amargo, dulce y picante en boca. Con ligeras connotaciones que recuerdan a hierba recién cortada, a productos de la huerta como la alcachofa y el tomate. Con toques claros que dejan un regusto a almendra y manzana.

La arbequina se extendió por el mediterráneo. A comarcas de Aragón y del interior de Castellón, y dio el salto a Mallorca, donde se elabora el aceite con el que se prepara el “pan amb oli”. En la actualidad, muchas regiones productoras de aceite han introducido esta variedad. Sin embargo, no han conseguido la calidad del aceite que se produce en la comarca de Les Garrigues (Lleida).

Puede ser porque las condiciones materiales no son las mismas, ni los olivares están rodeados de huertas y almendros.

Extremadura.

En la dehesa extremeña, que podríamos decir que arranca en Salamanca y llega hasta Badajoz se cultivan una serie de variedades de aceituna autóctonas con una personalidad propia. Se trata de la Cacereña, la Morisca y la verdial.

Estas variedades dan lugar a aceites afrutados, de sabor intenso y con un equilibrio justo entre picante y amargo. Al igual que sucedía en La Mancha, se acostumbraba a recoger la oliva entre enero y febrero. Cuando el fruto está maduro. Esto se debe a que el aceite no se solía consumir en crudo, sino que se empleaba sobre todo para frituras y como conservante. La tendencia a adelantar la cosecha unos meses ha descubierto todo un universo de posibilidades, produciendo unos aceites vírgenes extra de gran calidad.

En Extremadura hay tres Denominaciones de Origen Protegido que cubren tres zonas la región con un aceite de oliva característico: La denominación Gata – Hurdes (Cáceres), que abarca las comarcas de las Hurdes, la sierra de Gata, el valle del Jerte y el valle de la Vera; Monterrubio, que se extiende por la campiña sur de Badajoz y la comarca de la Selena; y el aceite de Villuerca, Ibores, Jara (en la provincia de Cáceres.)

La Mancha.

La Mancha es la segunda región de España en extensión de olivo cultivada, el 16% del total de hectáreas del país, y el origen del 8% del aceite. La producción aceitera manchega se basa en cooperativas de agricultores y pequeños productores. Tradicionalmente, el aceite se ha producido en La Mancha para consumo local. En las últimas décadas, se ha procedido a comercializarlo, sorprendiendo a los consumidores por su sabor.

En La Mancha se plantan, sobre todo, las variedades Cornicabra y Picual. Hay olivares de montaña en los Montes de Toledo y otros en llano como los del Campo de Calatrava y el Campo de Montiel en la provincia de Ciudad Real.

Se trata de aceites afrutados, equilibrados en boca y con ciertos matices que dan un toque de sabor a manzana y tomate.

Con una menor producción se encuentran los aceites de la Alcarria. Con olivares plantados en esta comarca montañosa de Guadalajara y en una parte de la serranía de Cuenca. Allí se cosecha una variedad autóctona, llamada Castellana, que genera un aceite con una personalidad propia. Tiene un color verde limón y es especialmente afrutado y oloroso. Con toques que recuerdan el olor de la hierba cortada y el sabor a avellana y plátano. Con frecuencia dejando un regusto picante en boca.

Zamora.

Con una producción más baja que en otras regiones, vale la pena detenernos un momento en los aceites de Zamora, en la ribera del Duero. Siguiendo métodos artesanales, en esta provincia castellana se elaboran aceites de baja acidez, aroma afrutado y sabor robusto, que dejan un cierto regusto dulzón.

Para ello se emplea, en lo fundamental, aceitunas de la variedad Manzanilla. La misma que se utiliza en Sevilla para servir como aceituna de mesa, y que encontramos en otras partes de España combinada con otras variedades.

El aceite zamorano es un aceite de color amarillo oro, que da lugar a aceites virgen extra de calidad superior. La aceituna Manzanilla, no se emplea mucho en la producción de aceite por su baja productividad. Sin embargo, en Zamora, donde se lleva cultivando desde hace siglos, se emplea para elaborar un producto como mínimo único y peculiar.

En nuestro país nos podemos sentir orgullosos de la producción de aceite de oliva. Un producto de alta calidad, representado en una amplia gama de variedades y sabores, sinónimo de excelencia.

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