La ropa de cama, esencial para el confort y el descanso, puede estar elaborada a partir de una amplia variedad de materiales, cada uno con características particulares que influyen en su tacto, durabilidad, capacidad de transpiración y facilidad de mantenimiento. Los materiales más comunes se eligen no solo por razones estéticas, sino también por su funcionalidad en distintas estaciones del año y preferencias personales de comodidad.
El lino es uno de los materiales naturales que se utiliza frecuentemente en la ropa de cama y proviene de la planta del lino. Este tejido es altamente transpirable, resistente y posee una textura distintiva que se suaviza con los lavados. Además, es especialmente apreciado en climas cálidos debido a su capacidad para mantenerse fresco y seco. A pesar de su apariencia más rústica y su tendencia a arrugarse con facilidad, el lino es sinónimo de elegancia y sofisticación natural, y muchos lo eligen precisamente por su estética informal y su sensación de frescura al tacto.
El poliéster, un material sintético, también se utiliza ampliamente en la confección de ropa de cama, ya sea solo o combinado con fibras naturales. Su principal ventaja es su resistencia a las arrugas y a la decoloración, así como su precio más accesible. Cuando se mezcla con algodón, se obtiene una tela conocida como mezcla poliéster-algodón, que combina lo mejor de ambos materiales: la suavidad y transpirabilidad del algodón con la durabilidad y facilidad de mantenimiento del poliéster. Sin embargo, a diferencia de los tejidos naturales, el poliéster no permite que la piel respire con tanta facilidad, lo que puede resultar incómodo para algunas personas, especialmente en temporadas calurosas.
El satén y el percal no son materiales en sí, sino tipos de tejidos que se aplican principalmente al algodón. El satén de algodón tiene una textura muy suave y brillante, gracias a su forma de tejido, lo que lo hace ideal para quienes buscan una sensación lujosa y envolvente. En cambio, el percal presenta una textura más mate y fresca, con un acabado más crujiente, perfecto para quienes prefieren una ropa de cama más ligera y con tacto fresco.
Por su parte, uno de los materiales más tradicionales y extendidos es el algodón, el cual se valora por su suavidad, transpirabilidad y capacidad para absorber la humedad, lo que lo convierte en una opción ideal para climas cálidos o personas que tienden a sudar durante la noche. En este sentido, desde Algodonea nos muestran como el algodón puede presentarse en diferentes calidades, siendo el algodón egipcio y el algodón pima los más valorados por su suavidad y durabilidad. Además, ellos nos apuntan que el número de hilos, aunque no siempre determinante, puede influir en la textura del tejido: un mayor número de hilos suele asociarse con una sensación más suave y lujosa. Otra ventaja del algodón es que es hipoalergénico, lo cual lo convierte en una excelente opción para personas con piel sensible o alergias.
Otro material que ha ganado popularidad en los últimos años es el bambú. Aunque también es una fibra natural, el proceso para convertir el bambú en tejido implica pasos químicos que lo transforman en una viscosa. El resultado es una tela muy suave, con propiedades antibacterianas y termorreguladoras. Es una opción ecológica, siempre que provenga de procesos de producción sostenibles, y se ha convertido en una alternativa moderna a los tejidos más convencionales.
¿Cómo se fabrica la ropa de cama desechable?
La ropa de cama desechable se fabrica con el objetivo de ser utilizada una sola vez o por un periodo muy limitado antes de ser descartada. Su uso es habitual en hospitales, clínicas, spas, hoteles, albergues y en situaciones donde la higiene y la practicidad son prioritarias, como en emergencias sanitarias o viajes. Este tipo de ropa de cama se produce utilizando materiales ligeros, económicos y de fácil manejo, lo que permite fabricarla a gran escala y a bajo coste.
El principal material utilizado en la fabricación de ropa de cama desechable es el tejido no tejido (TNT), también conocido como ‘non-woven’. A diferencia de los tejidos convencionales —que se obtienen entrelazando hilos—, los no tejidos se elaboran mediante la unión directa de fibras, generalmente sintéticas como el polipropileno o el poliéster, mediante procesos térmicos, químicos o mecánicos. El resultado es una lámina flexible y resistente, similar a la tela, pero mucho más liviana y económica.
El proceso de fabricación comienza con la producción del propio TNT y primero se seleccionan las fibras sintéticas, que pueden estar en forma de filamentos continuos o fibras cortas. Estas fibras se disponen en capas superpuestas para formar una especie de “manta” fibrosa. Luego, esta manta se somete a un proceso de consolidación que puede hacerse mediante calor (termo fijación), aplicación de resinas adhesivas (enlace químico) o presión mecánica (aguja o chorro de agua). La elección del método depende del uso final del producto: por ejemplo, la ropa de cama desechable para hospitales suele necesitar mayor resistencia, mientras que la de uso cosmético puede ser más fina y ligera.
Una vez que se ha creado el material base, se corta y se confecciona según el tipo de pieza: sábanas bajeras, sábanas encimeras, fundas de almohada, colchas o cobertores. El corte se hace generalmente de forma automatizada, mediante patrones predefinidos que optimizan el uso del material. En muchos casos, las costuras se evitan para simplificar la producción y abaratar costes. En su lugar, se pueden utilizar uniones térmicas, sellados por ultrasonido o simples pliegues con adhesivo. Esto también reduce los puntos de acumulación de bacterias y facilita el desecho seguro del producto.
Para garantizar un mínimo de comodidad y un estándar de higiene, la ropa de cama desechable suele someterse a tratamientos adicionales. Algunos productos pueden estar tratados con sustancias antibacterianas, antifúngicas o repelentes de líquidos, especialmente si están destinados a entornos médicos. Además, muchos fabricantes cumplen con normativas sanitarias específicas que regulan la limpieza, la esterilidad y la trazabilidad de estos artículos.